Fuerte apache es una película española
ambientada en un centro de menores. Uno de sus principales protagonistas es
Toni, un educador social que ha perdido la ilusión, las ganas y la ambición por
su trabajo, tal vez porque no siempre se obtiene lo que se quiere.
Continuamente se plantea y replantea que no siente que haga nada útil, pero por
otro lado, no hace nada por remediarlo, tan solo convive con ello. Todo esto
dará un giro con la llegada al centro de un niño magrebí.
Creo
importante hacer hincapié en la connotación negativa con la que etiquetamos a
todos los menores que se encuentran en dichos centros. Aunque en muchas
ocasiones sea así, no siempre hay niños que roban o tengan por lema y filosofía
en su vida la violencia. Nos olvidamos muchas veces de que en esos centros
también se encuentra jóvenes e incluso niños que no tienen familia, que sus
padres los abandonan, les pegan o incluso violan. Muchas veces ellos no son más
que una víctima más, y por si esto fuera poco, la sociedad incluso los tacha y
margina. Las generalizaciones nunca son buenas.
Es cierto
que todos los niñ@s (no sólo los de la película) tienen algo en común. Provienen
de un contexto ya no sólo roto, sino que muchas veces está totalmente destruido,
por ello, la mayoría de los proyectos con este tipo de niñ@s y jóvenes tienen
fines terapéuticos, y están orientados a un currículum real, que abarca tanto
enseñanzas programas como no, pero en definitiva fundamentales para el futuro
de todos ellos.
Estos
centro realizan, o en teoría debería, una atención educativa individualizada,
una promoción de la coeducación a través de centros mixtos, cosa que por cierto
no aparece reflejada en la película,
integración de los niños discapacitados,
protección social y jurídica de la infancia, integración en los recursos
del entorno cercano o “normalización” de la vida cotidiana, para que al salir,
puedan valerse por si mismo. Digo
“normalización” porque es un término que tiene un gran carácter subjetivo, y no
soy quién para juzgar lo que es normal o no.
En
relación con el modelo que desempeña el educador social protagonista, tenemos
que decir que es en gran medida conductista, ya que utiliza el castigo y la
promoción para reeducar a los niños con los que trabaja.
Ahora me
gustaría plantear algunos puntos con los que no estoy de acuerdo con la
película. En un primer lugar, y creo que es lo primero que sale a la luz, es la
falta de motivación, ganas y energía de Tony. Creo que como educadores sociales
no podemos desarrollar nuestro trabajo en estas condiciones. Trabajamos con
personas, y no podemos permitir que nuestro estado de ánimo, nuestras ganas o
motivación perjudique a otras, porque en este caso estaríamos haciendo todo lo
contrario que lo que deberíamos. Trabajamos con personas especialmente
vulnerables y nuestra actitud es fundamental, la energía que le transmitamos,
el entusiasmo. Un claro ejemplo de ello es cuando los dos chicos nuevos llegan
al centro. El educador social que va con el pequeño magrebí intenta hacerle ver
todo los aspectos buenos que tiene el centro e intenta animarlo. Por su lado,
Tony hace todo lo contrario con el chico de 17 años.
Otro gran fallo que creo que comete Tony es
utilizar palabrotas con los niños he incluso gritarles. Es cierto que deben
saber que tienen que respetarnos, pero al mismo tiempo que estamos al mismo
nivel. Con esto me refiero a que ellos no son ni mejores ni peores que nadie, a
que puedan identificarnos como iguales, o al menos lo más parecido posible,
para que así sea más fácil y eficaz la reeducación. Expresiones como “Sois tan
desgraciados que no servís ni para delincuentes. Estoy harto de vosotros,
hartos” deben, ya no sólo desaparecer, sino ni tan siquiera aparecer en un
charla o discusión con los jóvenes, por muy cansado y hartos que estemos. La
paciencia en nuestro trabajo es fundamental.
Otro
aspecto a resaltar sería los castigos. ¿Para que sirve un castigo? Sí, cierto.
Para que no se repita una conducta. Hasta ahí todos de acuerdos. Sin embargo,
¿se aprende con un castigo la conducta que quiero que se realice? La respuesta
es contundentemente negativa. Por ello creo que lo mejor es siempre utilizar
programas de refuerzo, para que sean conscientes que es lo que deben hacer y que es lo que deben dejar a un lado. Por ello en nuestro trabajo es fundamental la comunicación, tanto la verbal como la no verbal.
Algo que
también me ha llamado la intención es cuando uno de los educadores intenta
hacer algo nuevo, como es ir al cine o a un museo, los demás en un primer
momento se ríen de él. Aquí no estoy realmente segura si lo hacen porque
realmente no ha sido capaz de analizar las necesidad que tienen esos chicos
(cosa que no creo porque además dice “Se
trata de que conozcan una realidad distinta a la suya y que aprendan a
valorarla… En definitiva que descubran nuevos horizontes en sus vidas”) o
porque simplemente los demás están allí porque es su obligación, no porque
sienta que están su elemento, y que la pasión que llevan dentro la traduzcan en
nuevas y mejores ideas, planes y alternativas para que los chic@s puedan
resocializarse de la mejor manera y forma posible. No debemos olvidar que
actuamos a largo plazo. De nada sirve
que cuando vuelva a la sociedad, olviden todo lo que le hemos transmitido y
aprendido.
Finalmente
destacar que debemos, SIEMPRE, separar la vida privada de la profesional. De no
ser así nos pasará como a muchos educadores en dicho centro, o se dan de baja
por depresión o amenazan con hacerlo.
Después
de ver esta película siento que me acerco cada vez más a lo que siempre he
deseado. Siempre supe que este trabajo no era fácil, y por si eso no fuera
suficiente, desde los 12 años me vienen diciendo que es muy duro, que no
aguanta cualquiera y que se sufre. Aún así, aquí sigo, porque sé que estoy en
MI elemento. Es cierto que esta película es impactante, y que esto es lo menos que nos puede ocurrir. Conozco a
personas a las que incluso les han llegado a sacar una navaja. Pero creo que
cuando sientes que estás donde debes estar, todo lo demás sobra.
Será
duro, difícil, a veces frustrante, incluso peligroso. Pero haré lo que siempre
quise.
No
siempre vamos a obtener lo que deseamos, muchas veces “fracasaremos”. Esto lo
escribo entre comillas porque no todo depende de nosotros, de ser así, creo que
fracasaríamos pocas veces. Sin embargo debemos alegrarnos y motivarnos por cada
persona a la que guiemos.
En conclusión… La educación social, como todo en
esta vida, tiene dos partes. La buena y la mala. De nosotros depende para que
lado se equilibre la balanza.









