Bueno esto ya va llegando al final… En último lugar nos
encontramos con la evaluación.
Evaluar es emitir un juicio de valor sobre cualquier hecho,
y por eso hay que hacerlo con criterio. Existen una gran cantidad de
definiciones sobre que es evaluar, a continuación expondremos una: “Dar una nota es evaluar, hacer una prueba
es evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo
varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño,
valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del
alumno” (Hoffman, 1999).
Este último apartado de nuestro programa de intervención está
presente en todos los aspecto de nuestra vida, y de manera inconsciente lo
hacemos continuamente, por ello queremos apuntar: “Cuando detectan algún problema, las personas recogen información para
poder tomar decisiones que les permitan enfrentarlo de la mejor manera posible.
Del mismo modo, realizadas las acciones consideraron oportunas en su momento,
suelen reflexionar sobre el acierto o erro en que incurrieron al actuar como lo
hicieron. De esta forma están evaluando acciones y obteniendo información para
ajustar su comportamiento futuro. Son evaluaciones que suelen estar teñidas de
subjetividad” (Ernesto Cohen-Ronaldo Franco(1992) Evaluación de proyectos sociale: Siglo veintiuno editores). Es
fundamental sobre todo la última parte “suelen
estar teñidas de subjetividad”. A pesar de que podemos encontrar tanto
evaluaciones cuantitativas (pretender objetivizarlo todo, cosa que es imposible cuando se trabaja con
personas), como cualitativas (en la que se emiten juicios de valor), al fin y
al cabo evaluar es una actividad totalmente subjetiva. Porque, ¿quién establece
los criterios que se evalúan?, ¿quién establece las pautas a seguir?, ¿quién
establece cuando algo es suficiente o insuficiente?... por todas estas
preguntas y muchas más, la evaluación es un proceso que va a depender de la
persona que evalúa. Tal vez esta tarde vaya por la calle y encuentre a una
mujer andando que lleva puesto un vestido amarillo fluorescente con una
chaqueta “naranja bombona”. Directamente pensaré como puede ir vestida así. Pero
este pensamiento se origina en mis justos, y obviamente no es los justos de
dicha mujer, por lo que mi evaluación, como cualquier tipo de evaluación, es
totalmente subjetiva.
A la hora de evaluar nos podemos encontrar diferentes tipos
de evaluación:
-Según su finalidad: función diagnóstica, formativa y
sumativa
-Según su momento de aplicación: inicial, procesual y final
-Según su extensión: global y parcial
-Según los agentes evaluadores: interna y externa
-Según el criterio de comparación: auto-referencia cuando la
referencia es del propio sujeto, y hetero-referencia, cuando las referencias no
son el propio sujeto.
-Según los casos: criterial, referida a unos objetivos
previamente establecido, y normativa, referida a un grupo significativo que
determina un nivel.
Es importante añadir que la evaluación la podemos realizar
tanto a personas, procesos o resultados.
Algo también a destacar es la importancia de la evaluación conocida como
demora, que normalmente no se suele llevar a cabo pero que sin embargo es la
más importante, sobre todo si estamos realizando un programa de intervención.
¿Por qué decimos que es la más importante? Pues muy sencillo, esta evaluación
se realiza de forma posterior, es decir, un mi caso una vez que el programa con
maltratadores ha finalizado y además dichas personas salen a la calle y
empiezan a tener contacto con mujeres. Evaluar nuestro trabajo con el paso del
tiempo y en una situación de la vida cotidiana, es la única manera de ver si
hemos conseguido cumplir los objetivos que nos marcamos con la elaboración de
nuestro proyecto o no.
Para finalizar decir que cualquier evaluación debe acabar
con un informe.
Como opinión personal acerca de la evaluación tengo que
añadir que a pesar de que una de las funciones es “motivar”, muchas veces más
que motivar desmotiva. Esta desmotivación puede ser tanto a nivel
académico, como por ejemplo si nos
esforzamos desde el primer momento, y estudiamos de manera diaria, pero resulta
que el día antes del examen me pongo mala con fiebre y durante el examen no
consigo concentrarme y suspendo. Nos la jugamos a un único examen, y por lo
general (aunque es cierto que ahora con el plan Bolonia y sus prácticas está
más equilibrado), no se tienen en cuenta la gran multitud de factores que nos pueden
influir a la hora de realizar con éxito un examen. Tanto en la vida cotidiana,
cuando me esfuerzo por elaborar, por ejemplo un pastel, al cual le he dedicado
mucho tiempo y lo he hecho con la mejor intención, y lo único que recibo son
gesto de desagrado. Como bien dice esta última foto, “La evaluación siempre será un medio y nunca un fin”


No hay comentarios:
Publicar un comentario